Once you had gold,/Once you had silver,/Then came the rain/Out of the blue./Ever and always/Always and ever./Time gave both darkness and/dreams to you.

Roma Ryan

Ciclos y evaluación

Los ciclos tienen el sentido de la renovación y de necesidad vital de recuperar de fuerzas. Así como en la naturaleza sigue la primavera al invierno, intuitivamente puede observarse que el ritmo del aprendizaje requiere un tiempo de reposo a fin de permitir la asimilación profunda de lo incorporado. Los períodos de vacaciones son una etapa en la cual las experiencias propuestas en términos de descontextualización escolar, serán desafiadas por la realidad cotidiana. Pero éste aparente reposo de la actividad intelectual sera solo un momento del ciclo, una pausa necesaria para continuar avanzando.

El cierre de un año lectivo, representa para los docentes un momento muy particular. En efecto, es una etapa de balances en la que se miden los logros, esto es, la medida en que las metas planteadas al inicio se alcanzaron o no. Los docentes solemos estar agotados física, intelectual y emocionalmente, por lo tanto, resulta importante tomar los problemas con calma y controlar los esfuerzos a fin de realizar nuestro trabajo de la mejor manera posible.

El stress hacia el final del ciclo lectivo no es pues, ni casual ni caprichoso. En primer lugar, porque se trata de una etapa de abundante trabajo en la que simultáneamente se miden éxitos y fracasos. Es frecuente así, que en tales días los docentes acostumbremos a intercambiar opiniones apasionadas sobre lo que creemos que no rindió frutos a lo largo del año, aspectos que modificar en nuestras planificaciones, actividades que resultaron sorprendentemente productivas, anécdotas significativas de la experiencia aúlica, motivaciones, bibliografía explorada y por explorar, proyectos...

Por todo esto, espontáneamente la finalización del año lectivo es el tiempo de evaluación por excelencia, el momento en el que más dimensiones son juzgadas en sus logros y resultados. Es por lo tanto un buen momento para re-pensar cómo y para qué evaluamos. Para auto-evaluarnos. Para discutir la evaluación.

Y el segundo componente movilizador del cierre del año es, desde ya, estrictamente emocional: ha llegado la hora de despedirnos de un grupo al que quizá, le hemos tomado afecto. Se funden pues en el balance final, la certeza de que el tiempo de construir la experiencia del aprendizaje con un grupo en particular se ha acabado. Hemos hecho lo mejor que pudimos y seguramente quedaron cosas por hacer. Así entonces, las despedidas son ambivalentes: aunque es posible que extrañemos a nuestros alumnos, con sus talentos y debilidades, sospechamos también justamente que de eso trata nuestro trabajo. Dejar algo atrás es una manera de crecer. El ciclo siempre debe renovarse.

Graciela Paula Caldeiro

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por Graciela Paula Caldeiro