Sandra R. Barrera 28-9-2008 13:09: [[adcontent:]] ## Educación de la sexualidad
Educación de la sexualidad
Prefiero hablar de la sexualidad y no de la educación sexual. Sexualidad es sustantivo. Y los sustantivos son las palabras per se.las que nombran, las que designan, las que son concretas o son abstractas, pero que nominalizan los actos. Nombran lo contingente y lo trascendente. Enmarcan un sinnúmero de actos humanos que son diferentes.
Sexual es adjetivo. Acompaña al acto y lo modifica, le da el carácter y lo califica. Cuando de lo sexual hablamos entramos en la materia de los sexólogos estudiosos de la vida sexual. Y es notorio que el saber específico es saber acotado, no por lo escaso, sino por lo específico. La sexualidad no es lo biológico, solamente, aunque lo incluya.
Al referirse a la vida humana, por supuesto que estamos hablando de la sexualidad, pero es la integridad de un ser que se manifiesta. Mirar T. V. no está directamente referido a la sexualidad, mas elegir ciertos programas para ver sí. Sucede que en las elecciones el sujeto se define. Del mismo modo define su interés por los sabores o el arte. La sexualidad es una forma de ser del hombre. Y cada forma del ser humano difiere de la otra. Por eso dicen los que saben, que la sexualidad no deviene por naturaleza con el hombre, de lo contrario actuaríamos todos del mismo modo a la hora de llevar a cabo el acto sexual. Además de que sería aburrido, estaría reglado y prescripto y no habría distinciones culturales. Desaparecerían los libros de autoayuda en la materia y los consultorios de los terapeutas estarían vacíos de temas relacionados a ello. Todos tendríamos la “tablita” para el cómo. Esa manera de elegir, de definirse, se aprende en el seno de una vida familiar.
¿Entonces abordar la educación de la sexualidad de nuestros alumnos significa que cada docente se “plantará” en el aula con un discurso cargado de la propia? Sí. Es tarea non sancta la educación a la que hoy tenemos que hacerle frente. La escuela debe hacerse cargo de lo que algunas familias no. El estado lo pide, o lo implora, o lo impone dado el alto índice de embarazos adolescentes, muertes por abortos, incremento de sida, alcoholismo, droga y soledad del alumno-adolescente-niño-hijo abandonado. Ingresan en nuestros contenidos curriculares la prevención del embarazo, los métodos, la homosexualidad, las conductas sexuales no comunes y con todo: nuestro punto de vista. ¿Estamos obligados y capacitados para opinar sobre esto y hacerlo público en un aula? Pareciera que nos endilgan derechos, que quizá con el tiempo, lograrán el carácter de “adquiridos”. La sexualidad es la que el niño adopta y adapta desde los estereotipos familiares a través de esas ideas inmutables de su grupo primario. Metafóricamente puede ser un estallido social la mala praxis de esta educación. Y esto lo digo en defensa de los educadores que nos entrenamos para la competencia de lo que estudiamos y que hoy debemos mirar una cara que era el derecho de otros. Cómo hacer para enseñar desde la no maternidad o la no paternidad un tema tan “brioso” a un adolescente que no es nuestro hijo, aunque a algunos los adoptemos por la ausencia de sus verdaderos padres. Otra vez siento la tarea ingrata para la que no se formó al educador. Le haremos frente con dignidad y sobre todo con honestidad, pero estoy convencida de que esta labor sigue siendo pudorosamente limitada al ámbito familiar, al núcleo que gestó al niño, porque es el único que le entrega “el dato” de la sexualidad como le puede entregar la herencia de la fe o la no fe.
Sandra R. Barrera Prof. De Literatura
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